El aceite está presente en nuestra cocina desde hace milenios como fuente esencial de ácidos grasos (oleico, linoleico y linolénico) y de sustancias antioxidantes (vitamina E).
En su proceso de elaboración, se lavan y trituran semillas, frutas o frutos secos. Después se calientan y, mediante un proceso de extracción, se obtiene el aceite, que puede refinarse para eliminar impurezas. Algunos aceites, como el de oliva virgen, el de nueces y el de pepitas de uva, se prensan directamente sin proceso de refinado.
Beneficios del aceite para el organismo
Los aceites vegetales son muy ricos en principios activos que favorecen un estilo de vida saludable:
- Contienen vitamina E, poderoso antioxidante contra el envejecimiento.
- El ácido oleico del aceite de oliva favorece el metabolismo cardiovascular y hepático.
- El ácido linoleico de los aceites de soja, girasol, maíz y germen de trigo ayuda a reducir el nivel de colesterol.
- El ácido linolénico del aceite de linaza protege el sistema cardiovascular.
- Ácidos grasos poliinsaturados omega-3 (EPA y DHA) del aceite de pescado, son vitales para el crecimiento y el desarrollo.
- Los fitoesteroles pueden contribuir a reducir el nivel de colesterol.
Aceite de oliva, aceite de la vida
En la cocina mediterránea, el aceite de oliva es el más utilizado por su excelente aroma y sabor. Pero también por sus beneficios para la salud. Rico en vitamina E, beta-carotenos y ácido oleico, protege el corazón y el sistema circulatorio, entre otros.
- Reduce la liberación de jugos gástricos.
- Ayuda al tránsito intestinal.
- Regula la flora bacteriana.
- Estimula la mineralización ósea.
- Facilita la absorción de oligoelementos.
- Aporta polifenoles, compuestos naturales con capacidad antioxidante.